sábado, 22 de diciembre de 2012

Capitulo1.


Era una niña de 15 años de edad cuando mi padre murió en un accidente de tráfico mientras volvía a casa del trabajo. Yo estaba leyendo en mi cuarto,cuando escuché que llamaban al timbre,no le hice mucho caso,ya que,siempre estaba saliendo y entrando gente. A continuación oí un llanto y fue cuando me preocupé de verdad. Abrí la puerta y bajé las escaleras. Me quedé parada en el último escalón con la mirada fija al frente y con la mano agarrando la barandilla fuertemente. Allí,al frente,ví en la puerta a 2 policías con algo en las manos,forcé un poco la vista y me dí cuenta de que ese algo que llevaba entre las manos era la ropa de mi padre,destrozada y mi madre,mi madre estaba llorando como nunca antes la había visto llorar y no sé si por mi edad o por mi mentalidad,la información iba llegando a mí pero yo me negaba a verla,me agarré a mi esperanza,pensé que mi padre vendría detrás de ellos,con esa sonrisa con la que llegaba siempre aunque hubiera tenido un día agotador y con ese;''Hola princesita,¿como te ha ido el día?'' que siempre me decía. Pensé que por alguna casualidad de la vida,mi padre le había dejado su ropa a otro,pero no tardé mucho en darme cuenta de que no era así. Lo comprendí cuando mi madre cerró la puerta,se volvió y me miró. Con esos grandes ojos castaños,capaces de trasmitir cosas sin ni siquiera tener un atisbo de abrir la boca. No hizo falta nada más,ni siquiera una simple palabra. La ví desvanecerse sobre el suelo,aunque seguía consciente y se quedó ahí,llorando. Yo era incapaz de moverme,sentía un gran vacío en el estómago. Me dolía aquella verdad no dicha,me dolía ver a mi madre así..tan débil,tan frágil,tan pequeña.. cuando apenas unos minutos antes estaba dando órdenes a los sirvientes. Y yo.. yo.. no sabía que sentir. Apenas hacía 5 minutos antes yo estaba leyendo,metiéndome en un mundo que no era el mio,que no era el de verdad. Y yo,ahora,necesitaba ese mundo. No podía moverme,ni llorar,estaba bloqueada. Sólo mis pensamientos se movían ágiles por mi cabeza y mil preguntas se agolpaban,una detrás de otra y ¿sabéis? Yo no podía responder a ninguna.
  • Señorita Jellen- Me llamó María,la ama de llaves.
Fue como si escuchar mi nombre hiciera despertar algo en mí y desvié la mirada de mi madre. Pude,por fin,moverme,quitándome esas cuerdas invisibles que me sostenían en aquel escalón. Me volví;
  • Señorita Jellen, lo...
No dejé que terminara la frase. Lo menos que necesitaba era la compasión de alguien y empecé a subir la escalera hacia mi habitación. Sus palabras se perdieron con el eco de mis pasos. No miré atrás. No volví la vista,no podía. Cuando llegué a mi habitación,cerré la puerta con el pestillo para que nadie pudiera entrar en ella. Me senté en mi cama,mi habitación era grande,el sueño de cualquier niña de mi edad y estaba decorada por mí. Cuando estaba sentada,me quedé un rato con la mirada fija en el tocador que tenía un poco a la izquierda, donde residía un gran espejo y estuve mirando mi reflejo. Era alta,en comparación con otras niñas pero no excesivamente. Tenía el pelo negro como la noche sin estrellas y unos ojos verdes grandes que destacaban en mi cara. No me consideraba fea pero tampoco una belleza. No se cuánto tiempo estuve mirándome y describiéndome a mi misma pero sé que fue un tiempo demasiado largo. Después bajé la mirada hasta mis manos y allí la dejé. Empecé a mirarlas y a moverlas como si fuera la primera vez que las veía. Tenía las manos finas,con las uñas minimamente largas y con un tono rosado. No fuí consciente de semejante estupidez hasta un rato después. Quería llorar,necesitaba desahogarme pero era incapaz. El vacío de mi estómago,se convirtió en un pequeño agujero que me iba apretando cada vez más. Me empezó a doler y el dolor se traspasó también a mi corazón y supe que esa herida sería una de las mas grandes que tendría nunca y que sería muy difícil cerrarla. Y por fin salieron las lágrimas. Llegaron como una brisa de una noche de verano,de esas que no se van,de esas que se quedan en el aire.