lunes, 16 de septiembre de 2013

1.

Y él se fue. Un buen día alguien lo llamó , cogió sus cosas y se fue a la estación de tren. Sin avisar a nadie,sin despedirse. No le costaba trabajo irse,no tenia nada que lo retuviera ahí, si no mas bien lo contrario,tenia que irse de allí,tenia que alejarse de todos los sentimientos,de todos los recuerdos e incluso hasta un poco de si mismo. Si alguna vez tuvo ese miedo que te hace dudar,no lo demostró. Se mostraba impasible. Así como si no tuviera corazón o lo tuviera mas bien congelado. Al llegar al al andén para esperar a que llegara el tren,él dejo las 2 pequeñas maletas a cada lado de su cuerpo como si fueran dos barras que le ayudaran a no caerse,a mantenerse en equilibrio. Entonces, estando allí, miro con melancolía  a sus pequeñas maletas,o maletines,según se mirara. Ellas contenían sus largos y duros 10 años que había permanecido allí y sí, eran tremendamente pequeñas, pero contenían todo lo que deseaba conservar. Miro el reloj un tanto molesto,el tren se retrasaba. Quería irse cuanto antes. En ese momento,quizás sintió un poco de tristeza por irse pero si apareció rápido,mas rápido se fue. El tren terminó por llegar y con un buen paso,se apresuró a subirse,dejar las maletas arriba de su asiento y acomodarse en él. Poco a poco,el tren comenzó a llenarse de gente. No estaba lleno,pero tampoco vacío,aunque quizás eso sí lo estaba él. No había nadie en su vagón y eso de alguna forma le reconfortaba. El tren estaba cerrando sus puertas cuando alguien entró rápidamente,justo en su vagón. El sonido de unos tacones rompieron el silencio tan bien apreciado por él, que sostenía su mirada fija en el libro que llevaba en sus manos. Libro que se había llevado para leer en el trayecto. Y mientras él,ponía una mueca un poco molesta, ella paso por su lado,dejando su aroma impregnando el aire. Aire que iba a parar a todas partes y que,caprichoso, se mantuvo un poco mas donde estaba él. Inconscientemente,inspiró ese aire,impregnándose así de ese aroma también. Levanto la vista y la posó en la ventana que tenia a su derecha y soltó un largo suspiro. Sin quererlo,la contempló. Ella estaba en el asiento que quedaba a su izquierda,con la mirada puesta en un libro. Tenia una larga melena negra y estaba concentrada en la lectura. Una de sus manos sostenía el libro,la otra, rizaba un mechón de pelo nerviosamente de un sitio para otro con el dedo. Una manía,e incluso con eso la hacía guapa,interesante. Deslizando la vista para abajo,se notaba que era delgada,llevaba puesto un traje azul,parecía ajustado,pero perfecto para un cuerpo así. Sí,era realmente guapa. Ella,como intuyendo lo que estaba pensando él,levantó la vista. Sus miradas se cruzaron y Ella sonrió. Él no pudo evitar sonrojarse,y mostrar también una sonrisa pero apartó la mirada rápidamente y se volvió a concentrar en la lectura de su libro. Él no podía permitirse eso,no podía permitirse sentir nada por nadie. Él no necesitaba a nadie en su vida y menos algo que pudiera hacerle daño. Aparte, era una desconocida,como todas,era absurdo pensar aquello. Después de unas 2 horas de viaje y 4 paradas, él, que estaba absorto en su libro,percibió como ella se levantaba y se sentaba frente a él. Levanto los ojos de su libro.
     –    Perdona, he visto que leías el mismo libro que yo, ¡Qué casualidad!. ¿ Le está gustando?.
Sin cambiar de expresión y con una tranquilidad increíble,casi como si le costara un esfuerzo enorme contestar. Él dijo
    -- Sí, es una casualidad,pero las casualidades existen ¿no?. Me gusta bastante,lo he leído muchas veces. Espero que también le este gustando.

2.

Y dicho esto,él,sin dejar que ella volviera a contestar o a empezar una conversación,bajó la vista y siguió leyendo. Ella se levantó sin decir una mínima palabra y volvió a su asiento. Y él, aparentando que leía,llevaba horas sin poder sacarse su sonrisa de la cabeza. Quedaban 30 minutos para llegar a su destino y ella desaparecería para siempre. Algo se removió en su interior,como un impulso por hacer algo,un deseo,una duda...pero era absurdo. Quería llegar cuanto antes y bajarse de aquel tren. No volvería a verla,¿ y qué?, Ella no era nadie en su vida, ni iba a serlo. Era una desconocida mas,una persona mas. En aquel momento el tren paró, y al levantar la cabeza,vio como ella recogía sus cosas y se levantaba. Sin articular ningún sonido con su boca, ella salió por la puerta,con el ruido de sus tacones de fondo y dejando su aroma en el aire. Quizás otro habría aprovechado la oportunidad o le diría algo antes de que se hubiera bajado del tren pero él no era así, congeló su corazón hacía ya tiempo. No se permitía sentir nada por nadie,¿ Para qué?, al final le harían daño y no., a él no. A él no iba a pasarle nada de eso,no. El tren había vuelto a arrancar y ella ya no estaba. Y no volvería a verla. Y así todo estaba otra vez en su sitio,todo estaba mejor,aunque quizás algo dentro de él había empezado a agrietarse. Consiguió volver a sumirse en su libro,devorando cada frase,cada palabra pero sin ningún éxito en olvidar aquellos ojos verdes oscuros,como la hierba apagada,como el verde que utilizaban los niños para colorear las hojas de las flores... y aquella sonrisa. Oh,aquella sonrisa.. con los dientes perfectos y perfectamente blancos,una sonrisa que hacía que la comisura de sus labios se curvaran y salieran unas breves arruguitas alrededor de sus ojos. Una sonrisa,unos ojos que estaba seguro que volvían loco a más de uno. Y desde que se había marchado,tampoco podía quitarse de la nariz el aroma que desprendía,todavía en el aire. Pero basta,a él no,él no podía, se estaba volviendo loco,era una desconocida,por favor. Tenia que dejarse de tonterías,le estaba aburriendo el viaje mas de lo que esperaba. Y así permaneció hasta que por fin el tren paró donde tenía que bajarse,cogió sus maletas y descendió de aquel tren,de aquel vagón. Al andar hacia la puerta de la estación,vio una cafetería y pensó que era buena idea ir a tomar un café. Se sentó en una mesa del fondo,pidió un descafeinado,ya que la tarde estaba bien avanzada y quería dormir y descansar bien por la noche. Y mientras esperaba el café,él leía las ultimas páginas de su libro. Alguien pasó por su mesa, alguien que impregnó el aire con un aroma que él hacia poco había descubierto,un aroma que le había traspasado la piel,que se había quedado en el aire y que no había sido capaz de quitárselo de la cabeza. Y al levantar la vista,ella estaba sentada en su misma mesa,frente a él.
He venido hasta aquí porque se le cayó esto y no se dio cuenta. Pensé,que quizás,era importante para usted.
Dijo entregándome un pequeño librito donde apuntaba cosas desde hacia años,y sí, hubiera sido una lastima haberlo perdido. y él dejando a un lado todo lo que era por un momento, mostró una tímida sonrisa.
     --¿Cómo me ha encontrado?. Gracias de todas formas, no debería haberse molestado. ¿Puedo invitarla a un café?
     --Las casualidades existen ¿no?. Encontrarle no deja de ser una casualidad mas.
Y así,sin reparar en el tiempo,sin ni siquiera mirar el reloj,no pararon de hablar,de conocerse. Ella,descubriendo un mundo nuevo. Un mundo donde se sentía segura,protegida,un mundo que jamás había conocido en nadie,un mundo que cada vez la enganchaba más y a la vez más miedo le daba.
Él,conociéndola,dejándose conocer también. Partiendo todas sus corazas, todos sus esquemas. Queriendo saber más,queriendo que el tiempo se parara,que no corriera tan deprisa. Él, que no creía en el amor,ni en los sentimientos. Él , que se había topado con ella por casualidad, que había dejado una pequeña huella en él, que le había hecho pensar, que su recuerdo se quedara en su mente.. algo que no conseguía nadie desde hacia mucho tiempo. Pero el tiempo,a veces,corre en contra nuestra y tuvieron que separarse. Ambos se levantaron a la vez de la mesa, no sabían como despedirse. ¿Un adiós,quizás?.¿Dos besos?. Y él, por una vez,simplemente dejándose llevar,se inclinó hace delante y la besó. Un beso corto,rozando suavemente sus labios y apartándose rápidamente. Un beso que no dejó indiferente a ninguno de los dos,por corto que hubiese sido.y ella mostrando otra de sus sonrisas que tanto le gustaban a él,se fué. Dejando su aroma,con los tacones repiqueteando en el suelo. Él que la siguió con la mirada hasta que desapareció,con su sabor todavía en los labios,con una sonrisa en ellos.
Meses después,todavía ninguno había logrado quitarse de la cabeza al otro. Y fue justo en un vagón de tren,rumbo a buscarse..,donde se encontraron. Había pasado mucho tiempo sin verse,miles de sonrisas e historias perdidas,pero el abrazo fue como si no se hubieran separado nunca. Y eso acordaron en un pacto no dicho,no escrito,no separarse nunca. Y cumplieron su promesa.